Una verificación de realidad a la Iniciativa de París
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Una verificación de realidad a la Iniciativa de París

La inciativa de París intenta reiniciar las negociaciones de una solución de dos estados. Pero hasta ahora los planes de paz solo an ayudado a que Israel e quede con más tierra palestina. El proyecto de Bantustanización israelí es un intento para reducir las zonas accesibles a los palestinos a cantons fragmentados – o Bantustanes – y anexionarse la tierra sobrante y los recursos naturales, usando el término 'Bantustan' tal como fue aplicado para autogobernar parcialmente las zonas bajo el sistema de apartheid de supremacía blanca. Hasta ahora, 'las iniciativas para la paz', como la conferencia planeada que comenzó en París esta semana, no han servido para otra cosa que para ayudar a estancar este proceso.

Las fronteras de los 'Bantustanes' quedaron definidas durante las negociaciones bilaterales Israeli-Palestinas de Oslo en 1993 que siguieron a la conferencia internacional de Madrid. En ese momento, el 60% de las tierras de Cisjordania habían sido catalogadas como Zona C, bajo el total control israelí. Esto precipitó un dramático incremento en las demoliciones de hogares. En la presente situación, la Zona C también otorga un mecanismo regulatorio a Israel para expropiar las tierras palestinas y expandir los asentamientos ilegales, incluyendo la expulsión de palestinos. El comienzo de la construcción del Muro de Separación, que corre brutalmente por las fronteras de la Zona C estuvo acompañado por otra ola de demoliciones de hogares para limpiar la zona detrás del muro. El auge actual en las demoliciones ya había comenzado en el 2013, junto con el lanzamiento por parte del Secretario de Estado de los EE.UU. John Kerr de la Iniciativa para Israel y Palestina.

Ignorando completamente las iniciativas de paz internacionales, Israel continua aplicando sus antiguos

planes. En el 2011, Israel inform a las agencias de las NU de un plan para desplazar docenas de comunidades palestinas en la Cisjordania ocupada. Este movimiento barrerá 46 comunidades beduinas y sus políticas y prácticas están concentradas en la existencia de casi 300,000 palestinos viviendo en 532 comunidades en las partes rurales de la Cisjordania ocupada. Estos números nos recuerdan la Nakba, nuestra catástrofe, cuando unas 500 comunidades palestinas fueron destruidas en 1948/9 para permitir la creación del estado de Israel con una mayoría judía sobre el 78% de lo que era la Palestina histórica. Las expulsiones forzadas de palestinos intentan reducir aún más el acceso a los palestinos que solo tenemos el 13% de nuestras tierras ancestrales.

Israel usa incursiones militares, violencia colona, el cierre de zonas para propósitos militares, la negación del acceso al agua y a los servicios básicos y, sobre todo, las demoliciones de hogares en sus esfuerzos para echar a los palestinos de su tierra. En los primeros tres meses del 2016, Israel ha efectuado más demoliciones que en todo el 2015. Unas 11,000 órdenes de demolición pendientes amenazan los hogares o los medios de subsistencia de unas 10,000 familias palestinas. Las zonas elegidas son aquellas que normalmente están cerca de asentamientos o de carreteras solo para israelitas, para así substituir las comunidades palestinas por colonos israelíes. La red de carreteras solo para israelitas conecta los asentamientos unos con otros y con las ciudades israelíes fuera de Cisjordania y además limitan a los palestinos el movimiento y el acceso a sus recursos.

 

Las comunidades palestinas en la zona C necesitan obtener permisos de edificación de las Autoridades

Israelíes, algo prácticamente imposible. Desde el 2000, el 95% de las solicitudes de permisos de trabajo enviadas por palestinos han sido rechazadas. En el 99% de la Zona C la construcción palestina está prohibida o fuertemente restringida. La falta de "permiso de edificación" así como "entrenamientos militares" y simplemente "razones de seguridad" dan como resultado las órdenes de demolición de los hogares palestinos, de las escuelas, los sistemas de agua, los refugios de animales, de las carreteras y de aldeas enteras. Comunidades edificadas hace generaciones son ahora acusadas de existir fuera del “plan maestro” urbano israelí y por lo tanto deben desaparecer.

Muchas de las 46 comunidades beduinas palestinas que están en riesgo de ser barridas del mapa son del Valle del Jordán, una franja de tierra que Israel necesita para dominar u asegurar el control territorial desde el Mediterráneo al Río Jordán y terminar definitivamente con la solución de dos estados. La aldea de Al Hadidiya, por ejemplo, ilustra como el robo de recursos naturales y la demolición de hogares palestinos contribuyen al crecimiento de los asentamientos israelíes. Al Hadidiya ha sido destruida repetidamente desde la fundación de Roi, el primer asentamiento israelí en la zona en los 70. Las demoliciones son efectuadas en los peores momentos del año, tanto en el calor del Verano como en congelador Invierno. Después que las excavadoras militares israelíes entraran en la aldea el 25 de Noviembre del 2015 para demoler sus hogares una vez más, las familias tuvieron que dormir en la intemperie bajo el frío y la lluvia durante semanas, hasta que el tribunal emitió un permiso que les autorizaba a levantar tiendas temporalmente. La política israelí de órdenes de demolición va de la mano con la proliferación de asentamientos en la zona y del pillaje de los recursos naturales palestinos. Los residentes de Al Hadidiya han perdido sus hogares y ahora se les impide usar el pozo de agua para canalizar el agua al asentamiento de Roi, donde los colonos han abierto una piscifactoría. En estos momentos, la única forma de conseguir agua es conducir 40 km, pasando por varios puestos de control militares y a unos costes de 100 NIS cada vez. El mensaje del desplazamiento forzoso está claro.

 

Israel ha creado "Plan de Reubicación" para negociar con las comunidades desalojadas. El plan asigna

tierra confiscada a otras aldeas palestinas para construir poblados para las comunidades beduinas

palestinas desplazadas. Pero la mudanza obligada de las poblaciones significará que deberán dejar sus

tierras y sus ganados detrás, empobreciendo así a las comunidades y aumentando se dependencia de las ayudas. Una vez despoblada, la memoria de la existencia palestina será borrada por los asentamientos cercanos, como sucedió en la ola de limpieza étnica de 1948/9, ya que a estos les ponen nombres casi idénticos a los de las aldeas destruidas. Este es el caso de la comunidad beduina de Susiya, bao amenaza continuada de extinción desde la fundación del asentamiento israelí de Susya.

 

Estas políticas, llevadas a cabo durante décadas en complete violación de la ley internacional y de los

derechos de los palestinos, han asegurado que la población palestina viviendo en lo que es ahora la Zona C se haya reducido drásticamente, de 350,000 en 1967 a solo 150,000 hoy. Muchas de las familias que quedan deben luchar con el trauma de las continuas demoliciones de hogares así como con el sentimiento de vulnerabilidad que alimenta la inseguridad y la impotencia que finalmente los empujará a abandonar sus tierras.

 

Las casi 500 comunidades en la Zona C deberían estar en primer lugar en la agenda de los líderes

reunidos en París. Son la clave en el esfuerzo de detener la Bantustanzación israelí y la lenta limpieza

étnica de nuestro pueblo. Las comunidades en la Zona C están construyendo redes de resistencia popular, como el Consejo Popular del Valle del Jordán, organizando protestas, reconstruyendo sus hogares y comunidades y otras actividades para apoyar la recuperación de las comunidades.

 

Ha aprendido la comunidad internacional sus lecciones del pasado? O una vez más le fallarán al pueblo

palestino proponiendo aún otra ronda de negociaciones fútiles que le darán a Israel el tiempo suficiente para finalizar nuestra Bantustanización? Hace ya 10 años que la sociedad civil palestina hizo un llamamiento por boicots, desinversiones y sanciones, un movimiento que se hizo porque sabemos que Israel solo se detendrá cuando pierda sus alternativas financieras internacionales y deje de cosechar beneficios por sus crímenes. Pero parece que los que toman las decisiones en el mundo aún no saben que acciones son necesarias para detener la Bantustanización de Palestina.

 

Vea el artículo original en Ojos de Oriente Medio.

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