Amal Darawi de Numan: “Somos los refugiados del siglo XXI”
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Amal Darawi de Numan: “Somos los refugiados del siglo XXI”

Jamal Darawi, de 40 años de edad y natural de la aldea de Numan, es parte del comité popular para la defensa de la tierra del distrito de Belén. Nos cuenta cómo la Ocupación ha forzado a la población de la aldea a abandonar Numan. La campaña sionista para expulsar a la gente de sus tierras y casas tiene un objetivo concreto: 21 aldeas a lo largo del trazado del Muro. La tierra que ha servido para alimentar a población de la aldea asegurando su independencia, es ahora utilizada para mantener su aprisionamiento.

***image2*** “Numan es uno de los pueblos del sudeste de Jerusalén, al Este de Belén y Beit Sahour, ocupados en 1967”, explica Darawi. “Todos teníamos tarjetas de identidad de Cisjordania. La aldea y sus tierras son parte del distrito de Belén y nunca antes había sido considerada parte de Jerusalén. Las tierras de la aldea suponen unos 5.000 dunums*, con cerca de 300 habitantes. Estamos justo al pie de la montaña de Abu Ghneim, un pequeño bosque que ha sido destruido para construir la colonia sionista de Har Homa. La ambición y expansión sionista ahora quiere anexar la aldea entera y su tierra para el asentamiento. Este movimiento forma parte del plan israelí para apoderarse de Jerusalén mediante el cinturón de colonias sionistas que rodean la ciudad. El setenta por ciento de la tierra de la aldea pertenece a dueños palestinos de Belén y Beit Sahour. Estas tierras iban a ser el área en la que Beit Sahour podría desarrollarse y su población construir y cultivar. Ahora no hay forma de que la población palestina pueda construir y vivir sobre su tierra porque este terreno, que tuvo uso agrícola, ha sido ahora confiscado para crear una prisión para su propia gente. “Se apropiaron de gran parte de esta tierra para construir el Muro alrededor de la aldea de Numan.

“Hasta 1992 todavía éramos capaces de llevar una vida digna. Podíamos construir nuestras casas, nadie nos imponía asfixiantes restricciones, nuestra vida discurría entre Belén y Jerusalén. La aldea es parte del área de Taamre, que se extiende desde Sur Baher y Un Toba, en el norte, hasta Hebrón, en el sur. Nuestras familias viven mayoritariamente en esta zona. Casi todos mis parientes, por ejemplo, viven en Ash-Shawawre, Zatara y Dar Salah, al este de Belén, mientras que mi familia cercana ha vivido durante 150 años en Numan. En Numan la gente ha preparado cuevas para usarlas como viviendas porque la roca mantiene una temperatura constante en verano e invierno. Aún se puede ver la cueva en la que ha vivido mi familia. Estas estructuras son únicas y forman parte de nuestra historia y nuestro patrimonio. Hace setenta años mi familia se trasladó para construir nuestra casa.
Nuestra tierra está registrada en el distrito de Belén. Jamás ha sido registrada en el municipio de Jerusalén, por eso nos impactó que en 1992, cuando la que se llama municipalidad de Jerusalén y los responsables de la administración local de la Ocupación vinieron para distribuir papeles informando a la población de la aldea que estabamos viviendo sobre terrenos dentro de los límites del municipio de Jerusalén. Los documentos afirmaban que estabamos viviendo allí ilegalmente. En ese tiempo Olmert era el alcalde del Jerusalén ocupado. De repente, nosotros, los dueños de los terrenos y de todo lo que había en ellos, nos convertimos en extranjeros en nuestra propia tierra.
No sentimos respeto por ninguna de estas reglas israelíes. No aceptamos estas ridículas demandas. Ya han comenzado inmediatamente a prohibirnos la construcción de casas en la aldea. Afirman que la zona está en el límite de Jerusalén y reservada como zona verde sin que se haya aprobado ningún plan de construcción. Comenzaron a enviar órdenes de demolición a los dueños de las viviendas.
En 1994 volvimos a quedar impactados cuando expulsaron a todos los estudiantes de la aldea de sus escuelas. Los estudiantes siempre habían ido a la escuela de Sur Baher, en el distrito de Jerusalén desde el tiempo del periodo jordano e incluso antes. Fui a la escuela allí y ahora tengo 40 años. Todos estudiábamos en Sur Baher o Um Toba, porque es la escuela más cercana. Fue el Ministerio de Educación y la municipalidad de Ocupación de Jerusalén la que impidió a nuestros chicos y chicas ir a la escuela. Afirman que estas escuelas están en Jerusalén y que nosotros no tenemos tarjeta de identidad de Jerusalén. Al mismo tiempo no nos permiten construir escuelas ni ninguna otra cosa, ya que hemos sido declarados residentes ilegales en nuestra propia aldea. Así que todos nuestros estudiantes tienen que hacer ahora un recorrido mucho más largo hacia las escuelas de Beit Sahour, Dar Salah y Al-Abediye. Al principio contratamos un autobús para recoger a los chicos y chicas pero, en 1998, nos impidieron hacerlo. No se permitió que viniera al pueblo nunca más porque nuestra aldea se convirtió en “área israelí” y ningún coche con matrícula palestina de color verde podía llegar hasta nosotros. Las Fuerzas de Ocupación cerraron la entrada de la aldea estacionando vehículos militares y puestos de control volantes. Levantaron la carretera y colocaron grandes bloques de piedra para que los coches no pudieran cruzar. Estuvimos soportando este racismo y este acoso día tras día y nuestros estudiantes tenían que caminar cerca de seis kilómetros para ir a la escuela y volver. Nos presentamos ante las instituciones palestinas e internacionales de derechos humanos, pero ninguna de ellas fue capaz de hacer nada.

Después de la Intifada de Al-Aqsa nos acosaron aún más, porque la Ocupación comenzó a construir el Muro. El Muro es lo peor que nos han hecho. Está levantado sobre la tierra de nuestra aldea. Además del Muro han comenzado la destrucción para la carretera exclusiva que conecta las colonias sionistas en la tierra de Belén con las que se han construido en Jerusalén. Para esta carretera se confiscó tierra de Al-Khass y Numan. Nuestras dos aldeas están hermanadas con un solo ayuntamiento y son interdependientes. Este muro nos ha separado. También construyen lo que ellos llaman “terminal Mazmouriya”. Mazmouriya fue el nombre romano de nuestra aldea y ahora lo roban y se lo ponen a un puesto de control que nos oprimirá. Para este puesto de control ya han tomado y destruido 350 dunums de la tierra de Numan y ahora van a construir un campo militar cerca de allí, bajo el pretexto de que servirá para proteger el Muro y el puesto de control. El campo estará situado entre Numan y Beit Sahour y se confiscarán otros 150 dunums. Las órdenes militares ya están distribuidas y adivino que los trabajos comenzarán pronto.

Además de todo esto hay algo llamado Har Homa “D”, que es la tercera fase de expansión de las colonias sionistas sobre la colina de Abu Ghneim. Construirán 5.000 unidades de vivienda sobre las tierras que ahora son de gente de Beit Sahour y Belén. Al final la aldea quedará rodeada por tres lados. Al oeste, entre Har Homa y la aldea, por el campo militar; al sur, por el “Terminal Mazmouriya”; y al norte por la carretera de uso exclusivo para colonos.

Ahora que han terminado el Muro del Apartheid, el plan que preparan está claro. Están construyendo el puesto de control de Mazmouriya para uso comercial y de mercancías, y están reservando una puerta alejada de la población de Numan. Las Fuerzas de Ocupación están instaladas en la puerta. Cada día debemos hacer frente a complicados procedimientos de opresión. La vida llega a ser un infierno como este. Sin embargo, estamos vivos y permanecemos luchando.
Sólo contaré unas pocas cosas. Hace ahora dos meses –y todas las organizaciones de derechos humanos, la Cruz Roja y OCHA lo saben- las Fuerzas no permiten que el camión que recoge la basura entre al pueblo. La basura se amontona en la aldea y la gente ha vuelto a quemarla como se hacía hace 40 años. Los camiones del gas no tienen permitida la entrada y al mismo tiempo tampoco nos dejan traer bombonas de gas en nuestros coches. Dicen que es peligroso y nos lo prohíben, pero no tenemos otra cosa para cocinar ni calentarnos. Si queremos traer bombonas de gas a la aldea tenemos que intentarlo varias veces. Si no nos permiten traerla hoy, lo intentamos mañana. La regla es completamente aleatoria. Los camiones que venden fruta y verdura no pueden entrar a la aldea. Incluso los familiares cercanos que viven fuera de la aldea tienen prohibido visitarnos. Por ejemplo, yo tengo nueve hermanas viviendo en Al-Khass, Deir Salah, Deheiseh, Beit Jala y Hebrón. Ninguna de ellas tiene permitido venir a visitarnos porque su residencia no está oficialmente registrada en Numan. Mi madre tiene cerca de 80 años y está enferma. No la han visto desde hace dos meses. No se permite a nadie entrar a la aldea. Incluso la gente que tiene tarjeta de identidad de Jerusalén ha intentado entrar, pero ellos también los han detenido en la puerta.”

Viviendo en una prisión
”Cuando entras en la aldea los soldados registran todo en los coches. Nuestra vida se ha convertido en una vida completamente sujeta a lo que llaman “seguridad”. Mueven los asientos de los coches, las piezas de repuesto, nos cachean. Su objetivo es frustrar cualquier resistencia por nuestra parte para que aceptemos esta vida.
Incluso si pasas 10 veces por esta puerta padecerás el mismo registro.
Nada de esto tiene que ver con la seguridad. Quieren crear frustración en la gente para fomentar un lento y continuo éxodo.
Imagina que la nevera se estropea. Es duro. Normalmente la persona que la repara vendría para llevársela. Pero ellos no le permiten la entrada. Necesitamos llevarla fuera de la aldea para arreglarla. Tampoco el veterinario tiene permitida la entrada. Hay alrededor de 200 ovejas y cabras que pertenecen a personas de la aldea. No permiten que el veterinario venga y les administre las vacunas contra enfermedades que pueden ser transmitidas a los seres humanos. Nos han dicho que llevemos las ovejas y las cabras a Belén. Los sacos de trigo –incluso los sellados por la compañía- tampoco pueden pasar. En caso de que alguien quiera comprar uno para su familia para hacer pan, ellos dirán que vaya a Beit Sahour y que ponga el trigo en bolsas pequeñas y lo traiga así. Aunque sea sólo un kilo de tomates o dos kilos de plátanos, cada vez que traemos frutas o verduras al pueblo nos acusan de pasar contrabando a “Israel”. El objetivo de todo esto no es más que destruir la vida de la gente aquí y crear las peores condiciones posibles dentro de la aldea.
La población no puede abandonar la aldea porque podría perder la oportunidad de volver a las 5 ó 6 de la tarde. Si alguien se retrasa se verá sometido a un terrible acoso. El área cercana a la puerta está vacía y oscura. Los soldados obligan a caminar unos 100 metros desde el coche hasta que te ven y te dicen que vayas. Tienes que quitarte los pantalones y levantarte la camisa. Algunas veces, aunque te sometas a este degradante procedimiento, las Fuerzas de Ocupación no te dejan pasar. Como resultado, la gente no sale de la aldea después de las 5 y quien tiene que llegar tarde prefiere pasar la noche fuera antes de volver atravesando la puerta.
Finalmente, tenemos en la aldea algunos casos de matrimonios con gente palestina de Jordania. No tienen tarjeta de identidad de Numan porque la Ocupación no permite a la Autoridad Palestina entregar tarjetas de identidad después de la Intifada de Al-Aqsa. Estas mujeres no pueden abandonar la aldea porque no se les permitiría regresar. Así, ellas prefieren automedicarse cuando están enfermas antes que salir de la aldea para visitar al doctor. Esto puede suponer una catástrofe mayor que la propia enfermedad. No hablo sólo de casos de enfermedad, pasa lo mismo cuando tienes cualquier otra razón para salir de la aldea: hacer recados o ir fuera por cualquier motivo”

Infancia a capricho de los soldados
“Cada día los niños y niñas se ven sometidos al acoso y los procedimientos racistas en la puerta. Los mayores de 5 ó 6 años deben llevar su certificado de nacimiento para demostrar que “Numan” está escrito como lugar de nacimiento. De otro modo ellos los detienen al entrar a la aldea o al venir de casa.
La aldea entera ha quedado aislada de la vida social y los familiares. Cada fin de semana nuestros parientes y amigos de las aldeas cercanas venían a visitarnos y se quedaban. Yo tengo 24 parientes y venían y jugaban con nuestros chicos. Ahora tienen prohibido venir aquí. No hemos vuelto a ver chicos en la aldea nunca más. Los nuestros no son más de 30 o 40 y ahora están separados del resto del mundo. Es difícil encontrar el modo de sacarlos de la aldea. Normalmente, cuando vas a un restaurante o en cualquier otra ocasión, sales después de las 4 de la tarde. Ahora tenemos que regresar antes de las 6. Así que no hay tiempo para llevarlos a ningún sitio. No puedo arriesgarme a llegar tarde con ellos, tener que atravesar la puerta y verme forzado a quitarme los pantalones y mi camiseta frente a mis hijos. Prefiero mantener mi ética y mi dignidad frente a mis hijos y es preferible estar en casa.
Sin duda, las niñas y niños de la aldea tendrán problemas psicológicos. No puedes imaginar, la aldea no tiene servicios, instituciones ni nada: sólo una pequeña tienda y el Muro y las colonias sionistas a su alrededor. No hay nada que hacer. Hasta el tendero, si quiere traer algo necesita hacerlo en envases pequeños y ellos registran cualquier pequeña cosa antes de que lo pueda entrar”.

Aislamiento y destrucción.
La aldea completa está bajo amenaza de demolición. Ya han derribado tres casas este año. Hay otras siete casas todavía bajo orden de derribo. Ayer las Fuerzas de Ocupación vinieron y tomaron fotos de una de estas casas. Así que parece que la destruirán pronto. A nadie le preocupa esto ni organiza protestas, especialmente ahora que no hay periodistas ni nadie que pueda ayudarnos porque nadie puede atravesar las puertas que nos aíslan. Somos los refugiados del siglo XXI. No sé por cuánto tiempo podremos resistir esta situación. Está claro que ellos se han propuesto expulsar a toda la gente de la aldea en beneficio de la expansión sionista. ¿Dónde van a ir, con sus mujeres y niños, aquéllos a los que se les va a derribar su casa? No se les deja construir otra vivienda. En los últimos 14 años no se nos ha permitido construir nada. Hay nuevas generaciones. ¿Dónde podrán ir? Lo único que pueden hacer es alquilar una casa o construir sobre la tierra que queda fuera de la aldea.
La Ocupación ni siquiera tiene respeto por la gente enferma o las mujeres embarazadas. Necesitan caminar o encontrar a alguien con coche de fuera de la aldea para sacarlos o ir a los hospitales. La ambulancia no tiene permitida la entrada a la aldea. Hace un mes alguien necesitó una ambulancia pero no pudo entrar. Así que lo llevaron con un coche hasta la puerta, lo cargaron para atravesarla y después la ambulancia pudo llevar a esta persona. Los bomberos tampoco tienen permitida la entrada al pueblo. Hace poco tiempo hubo un fuego y se quemaron todos los árboles de la aldea. No permitieron al servicio de bomberos de Palestina detener fuego y tampoco dejaron que vinieran los bomberos israelíes.
Ahora la aldea se ha transformado en una prisión. Una prisión real con dos puertas: una entre la aldea y Jerusalén y otra entre la aldea y el distrito de Belén.
Estamos completamente aislados de todos los servicios. No podemos tampoco acceder a los servicios de Belén ni Jerusalén. Para servicios como la electricidad, el agua o la línea telefónica, usamos los de la Autoridad Palestina. Pero desde 1996 confiscaron los postes de teléfono y los rompieron. Así que ahora no tenemos permiso para la línea telefónica en la aldea. Usamos teléfonos móviles para asegurar que no estamos completamente aislados del mundo.
Ninguno de los trabajadores de las compañías de electricidad o agua tiene permiso para entrar en la aldea y traer los recibos o para asegurar el mantenimiento del sistema. Cuando la Ocupación estaba trabajando en el puesto de control de Mazmouriya quemaron los cables de la electricidad y como resultado nos quedamos sin servicio eléctrico durante cinco días. No permitieron a la compañía venir a repararlo. Después de cinco días de lucha y quejas a la Cruz Roja y las organizaciones de derechos humanos, permitieron que alguien con tarjeta de identidad de Jerusalén viniera a arreglarlo.
¿Te parece sorprendente lo que estoy contando? Desafío a cualquiera para que compruebe que esto es lo que está pasando y es sólo una pequeña parte de lo que tenemos que hacer frente cada día. Yo sólo he contado de forma breve los puntos principales. La vida en la aldea es ahora como hace 70 años. Lo básico. Este constante ataque es algo que ningún ser humano puede soportar. Estamos ahora completamente sometidos al antojo de los soldados. Esto pasa frente a los ojos del mundo entero y todos los representantes internacionales y oficiales que vienen a la aldea para ver la realidad. Ninguno de ellos ha hecho nada. Nuestro sufrimiento es peor cada día”.

Expulsión y limpieza étnica se llevan a cabo a través de múltiples mecanismos que hacen imposible la vida. Aislamiento, acoso, demolición de viviendas y corte de acceso a servicios e infraestructuras vitales pueden convertir cualquier aldea en una prisión infernal sin posibilidades de supervivencia.

La población palestina tiene la determinación de evitar otra Nakba (desastre del 48), pero permanecer en las aldeas programadas para la destrucción se ha convertido en un acto diario de heroica resistencia.

1 dunum= 1.000 m2