Octubre es el mes de la cosecha de aceitunas para los palestinos, y es un momento de extrema importancia cultural, social y económica. La cosecha ha ganado significación polÃtica desde que se ha convertido en un sÃmbolo de fuerza y solidaridad frente a los continuos ataques de los colonos, al aumento de la confiscación de tierras y la destrucción de tierras de labrantÃo. Este año, 106 aldeas por toda Cisjordania han sido identificadas por estar bajo la amenaza por la Ocupación, pero los granjeros aún se niegan a ser expulsados de sus tierras, y continúan la cosecha a pesar de la violencia y los abusos a los que se enfrentan. Los siguientes son testimonios de granjeros y aldeanos de Kafr Qadum, que han sido amenazados y atacados por las fuerzas de Ocupación y también por colonos del asentamiento de Kedumim.
El siguiente es el testimonio de un grupo de olivareros cuya tierra de labor está al Sudeste de Kafr Qadum. Han estado sujetos a la agresión por parte de las fuerzas Ocupación, que les han dicho que deben abandonar la tierra y no volver a ella, a pesar del hecho de que los plantÃos están dos kilómetros y medio del asentamiento de Kedumim, y que nunca se habÃa requerido permiso antes para trabajar esa tierra:
***image2***âAproximadamente a las 10:30 de la mañana del Domingo 5 de Octubre, estábamos trabajando con un grupo de granjeros en un área de tierra a unos dos kilómetros al Sudeste de la aldea y a unos dos kilómetros y medio del asentamiento de Kedumim. Nuestro trabajo era parte de un proyecto de construcción que estaba en su segundo año consecutivo, y fundado por la Cruz Roja. Mientras trabajábamos, dos jeeps militares israelÃes vinieron hacia nosotros desde la carretera principal, la No. 55. Un grupo de soldados se bajó y se a cercó a nosotros, con un soldado Moreno al frente. Uno de los soldados detrás de él era gordo, con el pelo rubio, y se parecÃa mucho a un soldado que formaba parte d el grupo que atacó nuestra aldea el 27 de Septiembre.
El soldado moreno empezó a hablarnos, diciendo que tenÃamos que abandonar ese lugar y no volver más. Otro soldado, con barba rubia, dijo que habÃa un grupo de diez o quince colonos desarmados de entre dieciocho y veinte años que estaban en la cima de la montaña donde estábamos trabajando, y que nos vieron en esa tierra. El soldado de la barba rubia nos preguntó que estábamos haciendo allÃ, a lo que le contestamos que la tierra en la que estábamos trabajando era nuestra tierra. El soldado nos contesto diciendo que tenÃamos que abandonar la tierra de Israel, y que necesitábamos un permiso para estar aquÃ. Yo le dije en hebreo que era el segundo año consecutivo que estábamos trabajando allà en un proyecto de la Cruz Roja, y que yo contactarÃa con la policÃa israelà para informarles de que estábamos siendo expulsados injustamente de nuestra tierra.
âCuando contacté con la policÃa, sin embargo, se me dijo que nuestra discusión eras con el ejército israelÃ, y que la policÃa no podÃa hacer nada. Le dije entonces al soldado de la barba rubia que no abandonarÃamos la tierra hasta hablar con la Cruz Roja. Sobre las 10:45, cuando le estaba explicando la situación al oficial de enlace de la Cruz Roja, Khalid, los colonos empezaron a arrojarnos piedras, y a tirar piedras dentro de nuestro pozo, que es un recurso primario de agua para nuestra tierra agrÃcola. Informé de estos ataques al soldado de la barba rubia, y el contestó que estaban en su derecho, ya que esta tierra era de ellos, y que nosotros éramos visitantes en la tierra de Israel.
âAproximadamente a las 11:15, Khalid que serÃa mejor si abandonábamos la tierra, por lo que empezamos a irnos, y los soldados se quedaron para vigilar y estar seguros de que nos Ãbamos por completo.â
El siguiente es el testimonio de un granjero palestino, que nos contó como fue expulsado de su tierra de labrantÃo pegada a su casa. La razón dada para la expulsión fue que no tenÃa consentimiento previo para estar en la tierra, pero, como explicó el granjero, normalmente no se pide el consentimiento previo para acceder a las tierras de labrantÃo:
âEl Domingo 5 de Octubre, yo estaba cosechando aceitunas con mi esposa de 48, y nuestros hijos. Nuestra tierra de labrantÃo está a al este de la carretera de circunvalación número 55, y sobre las 10:00 de la mañana escuchamos gritos entre soldados israelÃes y algunos colonos ortodoxos del asentamiento de Kedumim. Después de cinco minutos, cuatro soldados vinieron hacia nosotros y uno de ellos, un rubio gordo que aparentaba muy poco más que diecisiete años me preguntó que estábamos haciendo allÃ. Le contesté que esa era nuestra tierra, y entonces él nos dijo âesta no es vuestra patria, es la tierra de Israel, y uds. son solo visitantes aquÃ.â El dijo que si no abandonábamos la tierra inmediatamente los soldados comenzarÃan a dispararnos. Yo le pregunté como podrÃa hacernos abandonar la tierra, ya que es nuestra, y nuestra casa estaba solo a 20 metros de la tierra de labrantÃo. Nunca hemos necesitado el consentimiento para trabajar esta tierra, y nadie nunca nos ha pedido un permiso o un consentimiento oficial.
âEn este punto, el soldado me golpeó en la cara con una de las escaleras que usamos para cosechar nuestras aceitunas y puso el canon de su arma contra mi pecho y me amenazó con matarme. Mi esposa se desmayó debido al miedo y al terror extremo que sintió y cuando yo me incliné hacia ella para asegurarme de que estaba bien, el soldado rompió la lona donde estaban las aceitunas recogidas. Mientras el destruÃa toda la cosecha que habÃamos recolectado, le dije que nos irÃamos del plantÃo. Uno de mis hijos llevó a mi esposa dentro de casa, mientras el resto recogÃa las lonas y las aceitunas que quedaban para llevarlas también a casa. Los soldados israelÃes se quedaron y nos vigilaron hasta que nos fuimos completamente del área sobre las 10:30.â