“La única alternativa aceptable para mí sería la completa retirada de toda la tierra palestina.” El caso de Khalid Abdullah Yassin.
Así habló Khalid Abdullah Yassin, un granjero de la pequeña aldea de Dura, cerca de Ramallah, cuando el gobierno israelí le ofreció una gran suma de dinero para arrendarle la tierra sobre la cual los colonos israelíes habían construido ilegalmente. Aunque este pequeño trozo de Palestina no abarca más de 11 acres de tierra, estamos a la espera de lo que pase en las próximas semanas, pues podría convertirse en una prueba para la próxima espiral de absoluto y flagrante desprecio no solo de la ley internacional sino de la israelí.
La historia de Khalid y de sus paisanos comenzó en1995, cuando, viviendo en el asentamiento israelí de Beit El, comenzaron a darse cuenta que los colonos regularmente invadían sus tierras. Mientras que al principio los colonos construían estructuras temporales para celebras sus variados festivales, luego las estructuras comenzaron a tomar una naturaleza más permanente y trastornaban gravemente la vida agrícola de la aldea. En respuesta a esta colonización progresiva de su tierra, los vecinos comenzaron a manifestarse, y fue durante una de esas manifestaciones que un joven, Khair Abd al-Hafiz Qasim, fue asesinado, convirtiéndose en el primer mártir de esta particular, aunque dolorosa, resistencia familiar a la ocupación israelí y a la limpieza étnica.
Ya que el muro construido por Israel para anexionarse la tierra corta directamente las colinas de la aldea, se volvió imposible para Khalid acceder a su tierra y no está seguro si los colonos han comenzado o no a construir allí. Khalid dijo: “Trabajo esta tierra incansablemente, dándole vueltas a la tierra con el arado, la llevo en mi corazón y no aceptaré nada menos que su devolución.”
Entre el 2006 y el 2007, habiendo confirmado que los colonos habían sin duda construido en su tierra, Khalid empezó a promover un caso legal para la restitución de su tierra con la ayuda de muchos amigos y de grupos diferentes, incluyendo Stop the Wall. Después de un año de minuciosa búsqueda y consulta, en el 2008 logró un pleito contra varias partes distintas. Los demandados eran: Ehud Barak, el entonces Ministro de Defensar; el Brigadier Hagai Mordechai, comandante de las fuerzas israelíes en Cisjordania; Shlomo Kataba, comandante de la policía israelí; el jefe de la Administración Civil en Cisjordania y los ayuntamientos locales de Beit El y Kiryat Hishaba.
Un precedente legal que muestra los argumentos cansinos en defensa de la “democracia” israelí”, y que no libra de complicidad a la Corte Suprema israelí.
El 17 de Octubre del 2008, después de 10 meses de batallas legales, la Corte Suprema israelí emitió su veredicto: Khalid era el titular de esa tierra y todas las estructuras construidas por los colonos deberían ser demolidas.
Este veredicto, el primero de esa clase desde la ocupación en 1967 de Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza, ha alcanzado potencialmente grandes consecuencias, como la de que el poder legal más alto de la ocupación, la Corte Suprema israelí, ha sentado efectivamente un precedente legal al exigir que la tierra robada a los palestinos por los asentamientos deberá ser devuelta a sus legítimos dueños.
Esto no quiere decir que la Corte Suprema israelí se haya vuelto repentinamente un faro de democracia, dedicado a tratar a todos los ciudadanos de Israel, y a aquellos que Israel ocupa ilegalmente, como si fueran iguales ante la ley La Corte Suprema israelí siempre ha sido solamente un “sirviente leal y callado” para los sucesivos gobiernos israelíes que han promulgado políticas de limpieza étnica y apartheid contra los palestinos. Ha confirmado incontables leyes que discriminan a los palestinos y les niegan sus derechos humanos, como la Ley de Ausencia de la Propiedad, que impide a los palestinos que sufrieron la limpieza étnica en Palestina en 1948 el derecho a volver a sus hogares.
No, la Suprema Corte es totalmente cómplice de los crímenes de Israel, pero su veredicto representa una contradicción interna en el intento de Israel de mantener la farsa de una “democracia” con la continua limpieza étnica, la colonización y la ocupación del pueblo palestino. Esto presenta un problema para el gobierno israelí y expone el hecho que las metas del sionismo como movimiento colonial siempre reemplazará los valores de la democracia y la igualdad para todos.
El veredicto de la corte de desmantelar el asentamiento avanzado de Givat Ulpana, cerca del asentamiento de Beit El, al Este de Ramallah, ha creado un dilema obvio para el gobierno israelí: cumplir con el veredicto de la Corte Suprema deberá reconocer que, aún de acuerdo con las leyes colonialistas del estado de Israel, muchos de los asentamientos que son ilegales bajo la ley internacional podrían ser considerados ilegales bajo la ley israelí. Desmantelar y demoler el asentamiento ilegal construido en la tierra de Khalid’ sentará un precedente para todos los palestinos a los que les hayan robado la tierra, tanto directamente por el estado de Israel o a través de instituciones para-gubernamentales como el Fondo Nacional Judío (JNF por sus siglas en inglés).
El gobierno israelí se resiste al fallo de la Corte Suprema de devolver la tierra de Khalid, y crea un comité para “legalizar” lo ilegal.
El gobierno israelí, notando el peligroso potencial de aplicar tal fallo a la expansión colonial israelí en la tierra palestina, desafía el fallo de la Corte Suprema, demorándolo y no cumpliendo con las órdenes de demolición. Una vez más, el 21 de Septiembre del 2011,la Corte Suprema rechazó la apelación del gobierno israelí contra ese veredicto y reiteró su orden inicial de demoler los edificios construidos por los colonos en la tierra perteneciente a Khalid.
Con la fecha de destrucción fijada para el 1º de Mayo del 2012, el gobierno israelí tomó el 27 de Abril del 2012 la decisión histórica de informar a la Corte Suprema israelí que no harían cumplir la orden de la Corte de desmantelar los 6 edificios construidos en tierra palestina, llegando a esto como resultado de presiones internas dentro de la coalición del gobierno israelí, particularmente de algunos ministros del partido Likud.
El gobierno israelí justificó tal movimiento diciendo que se necesitaba más tiempo para dar realojamiento a los colonos. En realidad fue un intento del Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu para tratar de evitar el fallo de la Corte Suprema de demoler “Givat Ulpana,” después que varios de sus ministros amenazaran con dar fin a la coalición si se cumplía con la orden de la corte. Las verdaderas intenciones del gobierno israelí al negarse a cumplir con el fallo de la corte puede ser visto en la organización de Netanyahu como un compromiso ministerial especial para legalizar otros asentamientos de avanzada extendidos en la Cisjordania ocupada.
El 6 de Mayo del 2012 la Corte Suprema israelí rechazó la segunda apelación del gobierno israelí, fallando por tercera vez que al sentamiento de Givat Ulpana fue construido ilegalmente en la tierra de Khalid y que debería ser demolido, y que debería devolvérsele toda la tierra. La Corte estableció el 1 de Julio del 2012 para el cumplimiento de esta orden.
El primer fallo de la corte en Octubre del 2008 no solo conmocionó a las organizaciones israelíes en su presunción de invulnerabilidad legal, sino que también provocó y mantuvo una violenta campaña contra Khalid por parte de elementos de alrededor de los 500,000 colonos que viven en Cisjordania. Ha recibido llamadas telefónicas amenazadoras, le quemaron dos de sus coches, y ha tenido pintadas por toda su propiedad, así como numerosos ataques a su hogar por parte del ejército israelí.
Khalid lleva con el diariamente la decisión de la Corte Suprema, y se niega a negociar a no ser la devolución de toda la tierra robada.
A pesar del hecho de que el fallo aún no has sido respetado y parece como si el gobierno israelí no ha agotado todas las vías posibles para evitar el fallo de la Corte Suprema, Khalid no ha perdido la esperanza de que un día será capaz de volver la tierra que él había cultivado antes de que se la robaran y que los colonos construyeran en ellas. Aún lleva, junto con sus papeles de identidad, el fallo de la Corte Suprema del 2008, diciéndole a todo el que encuentra que insiste en la devolución de sus tierras, a pesar de las amenazas y del acoso del ejército israelí y de los colonos, y hasta a costa de su vida.
En un intento por contrarrestar esta amenaza continuada a la expansión colonial sobre la tierra palestina, que ya ha visto medio millón de colonos en Cisjordania y unos 200,000 en Jerusalén Este, el gobierno israelí ofreció alquilarle la tierra a Khalid, y así evitar el llevar a cabo las órdenes de demolición dadas por la Corte Suprema israelí. Mientras se espera para ver si este fallo se cumple o no, su lección es clara: el proyecto colonial sionista para Palestina trata con desdén cualquier amenaza, tanto sea de la ley internacional o el fallo de la judicatura israelí, a su completo control sobre toda la tierra.
Los Khalids de Palestina, jamás negociarán la venta de sus tierras a aquellos que buscan colonizarla y en último caso expulsarlos de ellas. Negociar y regatear con el opresor y usurpador de la tierra no es una alternativa que valga la pena considerar. Parafraseando a Khalid, la única alternativa al status quo que cualquiera de nosotros aceptaría es la completa retirada israelí de toda la tierra Palestina. Solo entonces los incontables Khalids, en los campos de refugiados de Yarmouk, Sabra, Khan Younis o Aida, serán capaces de volver a arar nuevamente su suelo y cuidar sus olivos.