Los palestinos han estado mirando con desesperación las visitas del Primer Ministro Palestino Mahmoud Abbas y el Primer Ministro Israelí Ariel Sharon a Washington. Entre la retórica de las negociaciones, más de 100 máquinas demoledoras están trabajando todos los días para continuar la construcción del muro, resaltando la actual dirección que la hoja de ruta [road map] está pagando.
Mientras el Presidente Bush estuvo correcto al llamar al muro “un problema” y refiriéndose a él como “un muro serpenteando a través de Cisjordania,” en la práctica no ha señal de un término a lo que ha sido llamado el mayor “proyecto” jamás tomado por Israel.
En este contexto, el proceso de negociación muestra vacío de cualquier significado, o como una cortina de humo para lo que está siendo implementado en la práctica.
Las proyecciones actuales sugieren que el muro, con un largo esperado de 400 millas [643,6 metros], solidificará el control israelí de al menos la mitad de Cisjordania. El muro ya está serpenteando su vía cuatro millas [6,5 metros] al interior de Cisjordania, y en algunas áreas podría entrar en 10 millas [16 metros] de Cisjordania. Esto consistentemente sigue la dirección de asegurar la anexión del máximo de asentamientos y un control de gran escala de tierras palestinas.
El muro (erróneamente referido como la “cerca de seguridad”) toma forma de un número de horribles construcciones. En algunas áreas, consiste en una edificación de concreto de 25 pies (8 metros) de alto con torres de vigilancia armadas sobre las áreas residenciales. En otras, el muro tiene la forma de cercas electrificadas y zonas de contención de trincheras, vías de patrullas, sensores y cámaras. Cual sean las diferencia estructurales, los efectos son los mismos.
Los palestinos estarán apresados en guetos amurallados, privados de los derechos humanos más básicos. Dicha opresión y miseria ya está ocurriendo en la áreas donde el muro está actualmente construido. Cerca de un 10 por ciento de Cisjordania ya está afectada por la destrucción creada por la “primera fase” del muro.
Al levantar el muro ha involucrado tierra agrícola arrasada, redes de irrigación dañadas, recursos de agua aislados y casas, negocios e infraestructura comunitaria demolidas. Con la subyugación diaria de confinamientos, asedios y toques de queda, los palestinos particularmente se han transformado en dependiente de sus tierras para sobrevivir, pero ellos están impedidos de acceder a ellas. Las tierras fértiles de 51 aldeas han sido o confiscadas o aisladas por el muro.
Las últimas aperturas de tres “puntos de cruce” — además de dividir tierras palestinas — resalta más la institucionalización del robo de tierra causado por el muro. En menos de un mes desde que las puertas fueron abiertas, palestinos han sido baleados, golpeados, humillados e impedidos de acceder a sus tierras. Esas escenas, son una parte del paisaje palestino diario alrededor del muro. Este muro y sus llamados puntos de cruce son inhumanos e ilegales.
Para nosotros, y para todos los que han observado lo que está ocurriendo, el muro es nada menos que un lazo colectivo alrededor de las áreas palestinas y su gente. En Qalquiliya, donde la construcción del muro está a punto de completarse, cerca del 15 por ciento de sus 41.600 habitantes han sido forzados a emigrar, incapaces de sobrevivir en lo que muchos en la comunidad llaman una jaula de apartheid. Entre varios grupos de solidaridad, el muro es considerado un proyecto que personifica la política de largo plazo de ocupación, discriminación y expulsión.
El muro es para garantizar que un Estado Palestino libre y soberano sea imposible. Consecuentemente, el uso reciente de los términos “viable” y “estado” por Sharon y Bush toma un significado particularmente cínico y vacío.
Su crecientes llamados por un “estado” van paralelos a la imposibilidad de la existencia de éste, como sellando el destino del Pueblo Palestino a unos guetos de los desposeídos.
Jamal Juma’ es coordinador de la Red de ONGs Ambientales Palestinas.