“Nos humillan como animales” – Testimonios desde el nuevo puesto de control
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“Nos humillan como animales” – Testimonios desde el nuevo puesto de control

El enorme y abusivo terminal construido por Fuerzas de Ocupación en Qalandiya funciona como uno de los puestos de control clave para el dominio de la circulación palestina. Abrió en diciembre de 2005 causando miseria, frustración y, sobre todo, humillación, a cientos de personas palestinas que lo atraviesan cada día para trabajar, ir a centros de educación y servicios básicos o visitar a su familia. Algunas de las personas que se ven forzadas a usar el terminal nos cuentan sus experiencias y explican cómo la intensa Ocupación hace la vida insoportable

***image2***Dima Abu Hyala, Sabrin Abu Hyala, Dalal al Halawani y Siham al Halwani, estudiantes de la Escuela Secundaria de al Ahed de Al-Ram, tienen entre 12 y 13 años.

“Ahora vamos al terminal a las 6 de la mañana y algunas veces a las 5:30. Siempre hay mucha gente por la mañana. Nos hacen esperar una hora para entrar al primer puesto de puertas giratorias. Estas puertas están cerradas y sólo podemos pasar cuando se enciende la luz verde. Cuando comenzamos el proceso de control debemos atravesar las puertas de rayos X. Tenemos que dejar nuestros bolsos sobre una mesa con máquinas de rayos X para que los examinen. Es parecido a cuando vas a Jordania. Primero debemos mostrar nuestro certificado de nacimiento. Después nos gritan para que vayamos al siguiente punto. Somos demasiado jóvenes y no tenemos carné de identidad todavía, por eso no podemos pasar sin el certificado. Una vez Sabrin lo olvidó y la obligaron a marcharse. Son mentirosos. Siempre dicen que las nuevas construcciones harán que viajemos más fácilmente, pero nos hacen la vida más complicada”.

Una de las chicas continua: “Yo siempre siento miedo cuando atravieso el paso de control. Siento terror si alguna de mis cosas suena, sobre todo después de ver que forzaron a un chico a quitarse los pantalones. Cuando estaba en la puerta de rayos X le sonó muchas veces, entonces los soldados le dijeron que se quitase la chaqueta y los pantalones. Al final era algo que tenían los pantalones y que hacía sonar la alarma. Es muy humillante. No puedo quitarme la ropa delante de la gente y los soldados”.

Muhammed Maher, 20 años, estudiante de la Universidad Abierta Al-Quds de Ramallah.

“Todos los días paso a través de Qalandiya y cada día tengo que esperar mi turno al menos 2 horas. Muchas veces no eligen la fila en la que estoy esperando. Hay cinco filas en total y tienes que tener suerte para esperar en la correcta.

“Es como si viajaras a otro país o llegaras a un puerto. Es una experiencia realmente horrible. El proceso de control lleva entre 15 y 20 minutos. Primero coloco mi carné de identidad en una pequeña abertura, después me gritan para que vaya al proceso de revisión corporal. Tengo que quitarme mi chaqueta y mi cinturón, todas las cosas metálicas y mi bolso y ponerlo todo aparte. Debo ir a otro lugar para que me chequeen en el paso de rayos X. Es el mismo tipo de máquinas que hay en el puente hacia Jordania, si las has visto alguna vez. Una vez sonó la máquina mientras estaba pasando. Fue horrible que tuviera que pasar de nuevo. Me pregunto a mí mismo de qué vale la vida cuando tengo que atravesar esto cada día.

“Algunas veces intento ir por Surda (un puesto de control al norte de Ramallah al que se llega después de una hora y media conduciendo desde Qalandiya y que pronto dejará de ser accesible desde allí). Sin embargo, resulta tres o cuatro veces más caro que atravesando Qalandiya y también necesito mucho tiempo.

***image3***”La Ocupación puso una rosa fuera del terminal. Es algo siniestro, no sé lo que se supone que simboliza. No sabes qué hacer cuando la ves. Me encantaría destrozarla. Te hacen sentir miserable y te humillan y después te ponen esto enfrente. No es nuestra esperanza, es todo lo que daña nuestras esperanzas”.

Amani Syam, 22 años.

“Soy estudiante de la Universidad de Abu Dis. Paso Qalandiya todos los días y es realmente terrible para mí. Es una espera interminable antes de llegar a clase. Necesito esperar 2 horas. Muchas veces perdí clases, sobretodo los primeros días después de abrir el terminal. No se permitió pasar a la población palestina con carné de identidad de Cisjordania. Más tarde me di cuenta de cuánto tendría que esperar cada día. Ahora vengo 2 horas antes de las clases. El proceso de control es una locura. Te sientes como un criminal o un animal. Las colas de espera son humillantes, pero sobretodo traumáticas. Lo peor es que sabes que todo esto es para hacerte perder tiempo y tratarte mal. No es por seguridad o cualquier cosa por el estilo. Lo que quieren es imponer “fronteras” como esta. Es una estrategia política, encima colocan esta rosa para hacernos enfadarnos más y frustrarnos. Juegan con nuestros sentimientos. No sé cómo continuaré este tipo de vida. La situación empeora cada día”.

Ahmed Ayyesh, 27 años, de Biddu.
“Estoy trabajando en Ramallah. Me veo obligado a atravesar el nuevo sistema de control todos los días. Desde el principio de la segunda Intifada solía llegar tarde al trabajo, así que decidí vivir en Ramallah para no perder mi empleo. Cada tres días volvía a casa para ver a mi familia y lavar mis ropas.

“Al final la resistencia palestina mató a uno de los soldados del puesto de Qalandiya. Lo cerraron por completo y no pude ver a mi familia durante tres semanas. Ayer decidí hacer una visita. Cuando llegué al nuevo puesto de control fortificado de Qalandiya quedé impresionado. Parece que vas a ir a otro país, es como el Puente (hacia Jordania). Mucha gente esperando, soldados que gritan fuerte. Se crea una atmósfera horrible. Cerraron todas las filas y cerca de seiscientas personas estaban esperando por la luz verde. Al final una de las cabinas estaba funcionando mientras que las otras estaban cerradas. Esperé mi turno cerca de una hora, para nada. Podías oír a muchos soldados usando altavoces y hablando al mismo tiempo. No se entendía lo que decían. Más aun, no se les veía. Es muy ruidoso y sientes rabia. De repente los soldados se enfadaron y empezaron a gritarnos para que dejáramos las filas y fuéramos a la sala de espera. Esperé otros 40 minutos y después volví a Ramallah.

“Lo que todavía es una mayor provocación es la rosa que han puesto a los lados del puesto de control fortificado. ¡Nos tratan como animales y después dibujan rosas!”