Israel impulsa proyecto de ocupaciónContra el apartheid y la ocupación en Palestina
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Israel impulsa proyecto de ocupaciónContra el apartheid y la ocupación en Palestina

El proyecto de ocupación que lleva a cabo Israel para confinar en guetos a la población palestina tras los muros del apartheid y colonizar sus tierras, impone una devastadora realidad, así como cambios en la lucha palestina por la liberación, la justicia y la soberanía económica y política.

Esto nos toca muy de cerca de los costarricenses, ya que nuestro país junto con El Salvador, son los dos únicos países de América Latina que mantienen sus embajadas en Jerusalén.

A pesar de la existencia de una resolución de la Corte Internacional de Justicia ratificada por la ONU, Israel sigue adelante con su proyecto de construir un muro de 730 Km, con el apoyo del Banco Mundial.

La decisión de la Corte Internacional de Justicia del 9 de julio del 2004, respaldada por la posterior resolución de la ONU A/ES-10/L 18/Rev1, reconoció la ilegalidad del muro del apartheid y añadió un nuevo ímpetu a la demanda del pueblo palestino de que el muro sea derribado y la población afectada sea indemnizada.

La resolución concluyó que los gobiernos del mundo y los países donantes están obligados a acatar esta decisión y afirmó que “no deben aceptar la situación ilegal creada por la construcción del muro, ni deben prestar ayuda alguna o asistencia al mantenimiento de la situación creada por él”.

Un apartheid apadrinado por en Banco Mundial

La construcción del muro está acompañada de la aplicación de un conjunto de medidas, tales como el robo de tierras y la guetización, la construcción de carreteras de uso exclusivo israelí, la instalación de campos y zonas militares, los puestos de control y el sistema completo del apartheid en el 80% del territorio de Cisjordania.

El resultado es la destrucción del sistema palestino de propiedad comunal, de los estilos locales de comercio, los modelos sostenibles de producción agrícola, que son parte de la riqueza y la cultura palestina durante miles de años.

El proyecto sionista que cuenta con la bendición y el respaldo financiero del Banco Mundial, tiene un fin último: que la población palestina quede sin tierra y no tenga más remedio que convertirse en mano de obra de las agro industrias israelitas orientadas básicamente a la exportación.

El Banco Mundial intenta actuar como intermediario alentando a Israel y al capital extranjero a invertir en industrias instaladas sobre las tierras confiscadas por el muro del apartheid y aprovecharse de la mano de obra barata de la población palestina expulsada de sus tierras en Jenin, Tarkumiya y Tulkarem Pace Park, localizadas en Cisjordania sobre tierras confiscadas o que van a serlo para el levantamiento del muro y los asentamientos.

Se espera que la mano de obra de esas zonas trabaje bajo un “mínimo de observación” por ejemplo derechos laborales y sindicales así como de medidas de protección ambiental, a efecto de servir a los intereses de los inversionistas extranjeros. Los sueldos actuales son considerados demasiado altos y requieren ser disminuidos para adecuarlos a los planes de “desarrollo” que impulsa el Banco Mundial.

Un viejo anhelo sionista

Desde 1994 la franja de Gaza ha sido rodeada por una barrera que separa a sus habitantes del resto del mundo; desde el 2003, Israel ha expandido esta barrera y está construyendo un nuevo “muro de hierro”.

El muro, que tienen un costo de US$3,4 millones (US$4,7 millones por Km), está siendo construido dentro de Cisjordania y no sobre la línea verde que era la frontera previa a la guerra de 1967, expandiendo el robo israelí de tierras y recursos palestinos. Cuando se complete, el muro anexará, de facto el 50% de Cisjordania, aislando comunidades entre cantones, enclaves y “zonas militares”.

La población palestina de Cisjordania y la Franja de Gaza incluyendo al menos 1,5 millones de refugiados, vivirán en sólo el 12% de la Palestina histórica.

El muro de Jerusalén encierra la ciudad santa y el anillo de colonias alrededor de ésta, además de aislar completamente a Jerusalén de Cisjordania, al tiempo que desgarra aldeas y barrios, separando familias, cortando lazos sociales y económicos y convirtiendo en guetos las áreas robadas por el proyecto sionista en sus planes por convertir Jerusalén en su futura capital.

Están en construcción nuevos asentamientos en las tierras anexadas alrededor de Jerusalén, a efecto de incrementar el número de colonos judíos en el área y así modificar la demografía de esta ciudad, cuyo territorio habrá disminuido en un 90% al terminarse el muro.

Casi el 16% de los palestinos de Cisjordania estarán “fuera” del muro, en las áreas anexadas de facto por Israel y, debido a las pésimas condiciones de vida (pérdida de tierras, mercados, circulación y sustento) se enfrentan a la expulsión. Esto incluye a más de 200.000 residentes de Jerusalén oriental, quienes están totalmente aislados del resto de Cisjordania. El 98% de la población colona será incluida en las áreas anexadas de facto.

Aislar esta iniciativa es un asunto de humanidad

En el 2005, más de 170 organizaciones, sindicatos, movimientos y partidos políticos palestinos llamaron a una campaña mundial para aislar al apartheid de Israel, contra la construcción del muro y por la desinversión y la imposición de sanciones contra Israel.

Lo que ocurre en Palestina justifica que los costarricenses tomemos conciencia del hecho de que mantener nuestra Embajada en Jerusalén riñe con el respeto a los derechos humanos más elementales y coloca al país en una posición de complicidad con el sionismo.

(*) El autor es comunicador social costarricense.