Las elecciones en Palestina: mirada desde la diáspora
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Las elecciones en Palestina: mirada desde la diáspora

Oslo está muerto. Esto no es noticia, puesto que analistas y expertos han estado diciendo y escribiendo estas palabras desde hace años, al menos desde septiembre de 2000, cuando comenzó la Intifada. Pero ahora que las elecciones al Consejo Legislativo Palestino (CLP), el pasado 25 de enero, han terminado, podemos oficialmente dar por terminado el acuerdo que, junto con la primera invasión estadounidense a Irak en 1991, ha llevado, posiblemente, al período más difícil de la historia moderna de Palestina y las políticas en el Mundo Árabe.

Esto no equivale a decir que la muerte de Oslo y la victoria del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) en las elecciones del CLP conducirán inmediatamente a la libertad e independencia del pueblo palestino. El ejército israelí continúa su ocupación en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén, y aún hay aproximadamente 5’5 millones de refugiados palestinos exigiendo su derecho al retorno, al regreso a sus tierras y casas de la Palestina histórica, de la cual fueron expulsados en 1947-48 y nuevamente en 1967. La paradoja de una democracia bajo ocupación militar, o un “gobierno” de cualquier clase bajo ocupación militar, es lo que puso fin a Oslo desde el comienzo, por lo que existieron fuertes y constantes discusiones por parte de algunos palestinos en relación a que las elecciones sólo serían una farsa y una pérdida de tiempo y recursos. De hecho, la Jihad Islámica Palestina hizo suya esta opinión e intentó boicotear todo el proceso.

Pero incluso aunque sepamos que los resultados de las elecciones no son la panacea a los problemas que afligen a la población palestina, el 78% de los votantes manifestó su apoyo a la resistencia y liberación frente al fallido estatus quo del proyecto de construcción de un estado. La muerte de Yasser Arafat en noviembre del 2004 causó definitivamente una crisis en el liderazgo del movimiento Fatah, pero esa no es la única razón por la cual perdió rotundamente ante Hamás. La Autoridad Palestina (AP) que fue creada después de Oslo y dominada por Fatah, no pudo sostener, incluso cuando Arafat estaba vivo, que representaba al pueblo palestino, que daba protección y seguridad a los palestinos o que el “proceso de paz” o el “camino de las negociaciones” no conducían a otra cosa que no fuera la continua construcción del Muro del Apartheid, expropiación de tierras, demolición de viviendas, encarcelamiento de activistas y organizadores, y el asesinato de civiles palestinos. La AP se convirtió en un fracaso en la construcción de un estado y, al mismo tiempo, un fracaso en la resistencia de su pueblo frente al asalto israelí.

Y aún peor, algunos de los líderes de la AP pueden incluso ser considerados cómplices de la opresión al pueblo palestino. Cientos de millones de dólares en ayuda humanitaria e infraestructuras no se dan a conocer, y la “cooperación para la seguridad” entre la AP, la inteligencia israelí y las agencias militares y, a menudo, la CIA estadounidense, lleva directamente al arresto de cientos de personas palestinas que luchan por la libertad.

Todos estos factores ayudaron a la victoria de Hamás y las elecciones municipales celebradas un par de meses antes casi predijeron este resultado, pero el más claro vencedor hoy es el Movimiento Nacional Palestino en general. El pueblo palestino de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén votó por el Derecho al Retorno, la autodeterminación y la continuidad de la resistencia ante los planes israelíes y estadounidenses en la región. El 23 de diciembre de 2005, setenta senadores de Estados Unidos emitieron una resolución catalogando a las organizaciones de resistencia palestina como “grupos terroristas” e intentaron impedirles participar en las elecciones. El Frente Popular por la Liberación de Palestina (FPLP, un grupo palestino marxista), así como otros partidos y movimientos de resistencia, respondieron amenazando con boicotear las elecciones si la AP accedía a las demandas estadounidenses e israelíes contra la democracia.

Estados Unidos y la Unión Europea incluso amenazaron con cortar la ayuda al pueblo palestino si Hamás o cualquier otro movimiento de resistencia ganaba las elecciones. Millones de dólares americanos fueron desembolsados para la campaña de Fatah, pero la mayoría palestina rechazó la coacción o el miedo.

Las diferentes fuerzas sociales y partidos políticos palestinos hicieron de estas elecciones un mandato en el programa nacional de Palestina. Las últimas elecciones para el CLP fueron boicoteadas por la mayoría de fuerzas, ya que en ese momento los acuerdos de Oslo estaban comenzando y las elecciones fueron consideradas una especie de referéndum para ese acuerdo. Los miembros de Fatah dominaron el CLP, y éste se convirtió sólo en un ente que corroboraba todas las decisiones y la política de la AP. Ahora que la mayoría palestina ha dejado claro su apoyo a estas elecciones, el CLP es un cuerpo más representativo que protegerá los logros alcanzados en estos 5 años y medio de Intifada, y en los 58 años de resistencia ante el racismo israelí y el colonialismo brutal.

Por lo tanto, Hamás no es el único ganador hoy en Palestina. Ganó también el Derecho al Retorno, la libertad de los prisioneros políticos, la autodeterminación, la resistencia y, quizás, la cuestión más importante: el hecho de que el pueblo palestino es una nación indivisible, incluyendo a toda la población de los territorios ocupados en 1967, los territorios del 48 y, especialmente, la shatat (diáspora en árabe).

Después de Oslo, el CLP reemplazó en apariencia al Consejo Nacional Palestino (CNP, el “parlamento en el exilio” y el más alto órgano de decisión de la Organización para la Liberación de Palestina [OLP]), y en los últimos 15 años se ha desarrollado un nuevo discurso que presionó al pueblo palestino, algo que corroía lentamente los derechos de la población palestina en la shadat, especialmente la refugiada. Pero las comunidades refugiadas, en campamentos en todo el mundo árabe y en los territorios ocupados, y bajo el liderazgo del Movimiento Mundial por el Derecho al Retorno (incluyendo Al-Awda, la Coalición Palestina por el Derecho al Retorno, activa tanto en Estados Unidos, América Latina, Asia y Europa), rechazaron este discurso y obligó a los partidos y movimientos que los representan en Cisjordania, Jerusalén y Gaza a que tomen nota. Estas fuerzas hicieron del Derecho al Retorno el punto central en sus distintos programas electorales y lograron que este programa les diera la victoria sobre la autoservil retórica y el derrotismo de algunos elementos de Fatah y de la AP.

Incluso el derrotismo fue la retórica de la comunidad internacional, incluyendo a las Naciones Unidas y algunas Organizaciones No Gubernamentales Palestinas (ONGs), muchas de ellas extremadamente bien financiadas, que han estado discutiendo continuamente que, como escribió Ali Abunimah, cofundador del sitio Web Electronic Intifada, “la ‘reforma’ palestina más que el fin de la Ocupación israelí es la manera de resolver el conflicto.”

Esta clase dirigente (AP) y las ONGs palestinas, así como el Cuarteto (Rusia, la Unión Europea, la ONU y Estados Unidos), han estado realizando presiones por la solución de dos estados que no considera las exigencias sociales, políticas y económicas de la mayoría del pueblo palestino, tanto en Palestina como en la shatat. Por tanto, las elecciones del CLP deben ser analizadas dentro del contexto del movimiento mundial de las fuerzas sociales palestinas que pretenden, una vez más, el restablecimiento de las instituciones de la OLP, especialmente la reforma del CNP.

Hace unos meses tuvo lugar una histórica conferencia en Ginebra, Suiza, en la que 90 palestinos de la shadat de todo el mundo, incluyendo una delegación de Norteamérica, se reunieron para discutir acerca del estado de la cuestión palestina en la diáspora. Los participantes estuvieron de acuerdo en restablecer las instituciones palestinas en Norteamérica, Europa, África, Asia y Latinoamérica, con el objetivo final de organizar elecciones para el CNP en esas regiones. Es imperativo entender que, si este movimiento en la shatat tiene éxito, los miembros del nuevo CLP serán, en última instancia, miembros de un mayor CNP, y la población exiliada y refugiada tendrá nuevamente derecho al liderazgo del Movimiento Mundial Nacional Palestino bajo el auspicio de una rejuvenecida OLP.

Hamás debe también entender esto, ya que la mayoría palestina que manifestó su apoyo al Movimiento de Resistencia Islámica no votó un programa específico de Hamás; de hecho no ofrece ninguno. No se votó por un cambio de ideología indiscriminado hacia una solución islámica para el pueblo palestino. Estas fuerzas revolucionarias de trabajadores, campesinos, mujeres, docentes, estudiantes y jóvenes, entre otros grupos, votaron por un cambio en el discurso, por una representación popular y democrática que no se ha experimentado desde Oslo y el fracaso de la OLP. Lucharon contra la maquinaria de guerra israelí y estadounidense por este voto, y merecen unirse a sus compatriotas exiliados y refugiados en el establecimiento de instituciones unificadas que continúen la lucha por la liberación nacional.

Ahora que Hamás tiene la oportunidad de trabajar conjuntamente con el Presidente Mahmoud Abbas para el nombramiento de ministros aprobado por el CLP y, al menos de manera nominal, gobernar en Cisjordania y Gaza, la AP debe convertirse en una entidad diferente. Quien entiende que el pueblo palestino aún se encuentra en la etapa de liberación nacional de su lucha, y la importancia de reformar el CNP y la OLP en este contexto, rechaza la corrupción, gobierna con principios democráticos y nunca intenta negociar lejos de las demandas centrales del Movimiento Nacional Palestino, entre ellas el derecho a la resistencia, el derecho al retorno, la libertad para todos los prisioneros políticos y un estado independiente con Jerusalén como capital.

Varios prisioneros políticos palestinos ganaron un asiento en el CLP, especial mención merecen Marwan Al-Barghouthi, líder del ala armada de Fatah, las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, y Ahmad Saadat del FPLP. Saadat fue encarcelado de manera ilegal (de acuerdo a una decisión de la Corte Suprema Palestina) en el campamento de detención de la AP en Jericó, y Hamás pretende liberarlo, así como a muchos otros que se encuentran en prisión.

Hay también alguna preocupación con respecto a cómo Fatah hará frente en las calles a la victoria de Hamás, y ya hemos sido testigos de unas cuantas demostraciones de miembros armados de Fatah que se han enfrentado con Hamás. Pero las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa criticaron a los organizadores (probablemente refiriéndose a Mohammad Dahlan y Jibril Rajoub, pronto a ser el “exjefe” de seguridad de la AP, que tiene un minoritario apoyo popular y es ampliamente considerado favorito por Israel y Estados Unidos) de estas demostraciones como “aquellos que extienden la corrupción y contribuyen enormemente a la humillante derrota de Fatah”.

El pueblo palestino ha hecho que se escuche su voz colectiva, unificada y fuerte. La población palestina en la shatat también habla felicitando a sus compatriotas, apoyando la continua resistencia frente a la Ocupación estadounidense e israelí y el colonialismo, y esperando que las elecciones del CLP sirvan para renovar el apoyo popular a una representación mundial palestina en las decisiones de sus líderes.