Hajj Ibrahim Jaddallah: “Tenemos que defender cada centimetro que nos queda.”
Publicado enSin categorizar /

Hajj Ibrahim Jaddallah: “Tenemos que defender cada centimetro que nos queda.”

Hajj Ibrahim Jaddallah tiene 97 años. Vive en Khirbet Zakariyya, al sur de Belén, y ha sido testigo de muchos y muy variados eventos en todos los períodos de la historia del pueblo. Las historias que han afectado al pueblo y la resistencia de los pobladores están grabadas en su memoria. Desde su juventud ha sido un miembro activo de la comunidad y ha pasado su vida luchando contra el plan de la ocupación para aniquilar al pueblo y expulsar a sus habitantes.

Jadallah comienza la historia de su pueblo mucho antes de que llegara la Ocupación.

La Historia del Pueblo

***image2***Hajj Ibrahim relata “Yo nací en esta tierra. Mis abuelos vivieron aquí antes que yo. El fundador del pueblo fue uno de mis ancestros. Vino de Irtas, otro pueblo situado al Sur de Belén, y hace unos 200 años le compró la tierra a sus dueños en Surif, en el distrito Norte de Hebrón. Desde entonces esta ha sido heredada por cada nueva generación. Desde que el compró esta tierra, nuestra familia ha estado viviendo en estas casas.”

Las tierras en las cuales Khirbet Zakariyya está ubicada hoy estuvieron deshabitadas durante siglos. Los recién llegados construyen casas cerca de aquellas que ya están o viven en las cuevas grandes y confortables que hacen famosa esa área. Algunas familias prefirieron cultivar la tierra durante el día e irse por la noche a Surif. Pero con la formación de ghettos causada por el Muro y el sistema de puestos de control estas pequeñas distancias son ahora imposibles para viajar por ellas diariamente.

Trabajo y Agricultura

Al comienzo de la historia del pueblo la tierra era montañosa y sin cultivar. Su padre y sus abuelos reclamaron la tierra con sus manos y distribuyeron el trabajo en el pueblo entre la gente. Algunos de ellos cultivaron la tierra y plantaron uvas, melocotones, ciruelas, almendras, trigo y lúpulo. Otros criaron animales y produjeron los productos lácteos para el pueblo. Un número pequeño de ellos estaban trabajando fuera del poblado.
Los aldeanos iban regularmente a los mercados en Jerusalén, Hebrón y Belén donde podían vender sus productos agrícolas y sus animales y comprar las cosas que no podían conseguir en el pueblo.

Hajj Ibrahim recuerda que en aquella época la vida era dura, pero simple y pacífica. “No había muchos problemas que nos agobiaran. Teníamos todo lo que necesitábamos. Trabajábamos, comíamos, bebíamos y el mundo alrededor nuestro estaba abierto para nosotros. Podíamos pedirle a cualquier clase de transportista que pasase por la carretera que llevara nuestros productos a los mercados. Allí encontrábamos compradores que llegaban de todas partes, de Yafa, de Siria, de Amman… Ellos compraban nuestros productos y los pagaban en efectivo. Si necesitábamos algo, lo comprábamos y volvíamos al pueblo. ”

Después de la Guerra de los Seis Días en el ’67, la vida simple de Zakariyya comenzó a volverse complicada. Los grupos de colonos sionistas comenzaron a robar su tierra. Usaban la fuerza y amenazaban a los habitantes con sus armas. Le robaron la tierra a los dueños y comenzaron a plantar y a construir sus casas, sus escuelas y sus infraestructuras en ella. Día tras día la gente perdía su tierra y se confiscaron un total de 750 dunums a la fuerza y con órdenes de confiscación. Los asentamientos hicieron una cadena alrededor del pueblo.

La pérdida de la tierra agrícola solo fue un asalto para el pueblo y sus habitantes. Sin embargo, los colonos también están atacaron el pueblo, hiriendo a la gente con palos, piedras, armas de fuego y cuchillos. Destruyeron casas, rompieron las puertas, las ventanas y los muebles. Corrieron tras las mujeres y los niños en el pueblo y los golpearon. “Los colonos nos atacaban constantemente; peleábamos con ellos para defendernos. Cada día había problemas con ellos. Me golpearon con una barra de hierro. Aún se puede ver la cicatriz en mi cara – desde el ojo a la boca – y mis dientes rotos. Si ellos veían una chica o un muchacho solos, los golpeaban. Querían expulsarnos de esa manera, pero a pesar de esta tortura la gente no se iba. Todos continuaron trabajando su tierra, cuando los soldados y los colonos llegaban, los golpeaban y los obligaban a dejar su tierra, se iban, pero nunca más que un par de días.”

Resistencia en la tierra

***image3***Los asaltos de los colonos no tuvieron efecto en la mentalidad de la gente. Ellos sabían exactamente cual era el plan sionista y que era lo que los sionistas querían. Habían aprendido de la experiencia de la expulsión en 1948 y sabían que si abandonaban su pueblo nunca se les permitiría volver.

Jadallah recuerda: “Después que los colonos fallaron para implantar el plan sionista, las autoridades de la ocupación comenzaron a distribuir órdenes militares que directamente establecían ‘Tiene 24 horas para abandonar el área.’ Al día siguiente, hicieron el mismo anuncio: ‘Si no se van dispararemos a cualquiera que veamos en la tierra o fuera del área construida.’ Querían que abandonáramos nuestra tierra y nuestras casas, pero nadie se fue. Los jóvenes les dijeron a los pobladores que no se fueran hiciera lo que hiciera la Ocupación. No nos fuimos. Al final, fue todo un esfuerzo que nos causó espanto.”

Después del experimento los asentamientos se expandieron por la tierra del pueblo. Ahora ya no queda tierra agrícola para los granjeros en Zakariyya pero ellos continúan plantando en los pequeños cuadrados que les quedan y los defienden. Cualquier tierra que no esta cultivada durante tres años está por ley sujeta a confiscación. Jadallah señala: “Tenemos que defender cada centímetro que nos queda. Lo que nos queda no merece el trabajo, la fatiga y el dinero que gastamos en él. Los ingresos que podemos sacar de nuestra tierra hoy son muchísimo más bajos que antes. Además, los granjeros que tenían 20 o 30 dunums ahora solo tienen uno o dos y cuando vendes un kilo de uvas por un shekel o por medio, no es lo mismo que vender 50 kilos. Créame, algunas personas dejan las frutas en los árboles para pudrirse pero aún así quieren plantarlas. No hay tierra y tampoco hay mercados. Llegábamos a Jerusalén, Hebrón, Belén. Ahora, todo está cerrado. La Ocupación no nos deja ir a ningún lado.”

La confiscación de tierra aísla las áreas de pastura del pueblo. Por lo que los pastores se vieron forzados a vender las ovejas y dejar su vida y su profesión ya que les costaba más dinero de lo que podían ganar. Hajj Ibrahim dijo “Estábamos alimentando las ovejas en la tierra y plantábamos lúpulo para ellas para almacenar para el Verano. Estábamos llegando casi hasta Surif para que los animales pudieran pastar. Teníamos unas 400–500 ovejas. Vivíamos. Pero ahora, después de la ocupación, ya no vivimos. Ahora cualquiera que tenga ovejas tiene que comprar su comida. Si no podemos alimentarnos nosotros, como podremos alimentar a los animales?”

***image4***“Desde que comenzó la Intifada le gente está sitiada y esto afecta a Zakariyya como a cualquier otro pueblo en Cisjordania. Así, su ubicación en medio de los asentamientos ha duplicado nuestro sufrimiento. Pasamos 40 días en nuestras casas bajo toque de queda y si había algo muy urgente teníamos que caminar a través de las montañas hacia Beit Fajjar o Beit Ummar, con el peligro de ser tiroteados y asesinados por colonos o soldados. Si alguien compraba algo, tenían que cargarlo sobre sus hombros. Era muy peligroso.” Los estudiantes también tenían prohibido ir a sus escuelas y aún antes de instaurado el toque de queda los colonos golpeaban y robaban a los estudiantes. La única escuela en el pueblo llega hasta 5º grado por lo que cualquiera que quiera continuar sus estudios necesita ir a Beit Fajjar.

“Cuando nuestros estudiantes van a la escuela, o los soldados los hacen regresar en los puntos de control o los colonos los humillan durante el camino. Ellos caminan 7 Km. hasta Beit Fajjar bajo el sol y la lluvia. No se permite transporte. Por lo que muchos de los muchachos dejan la escuela por propia decisión y las chicas has sido sacadas por sus familias ya que no quieren que sean humilladas de esa manera.”

Hajj Ibrahim describe la vida bajo la ocupación como sigue – llena de racismo, discriminación, humillación, robo de tierra y de recursos de supervivencia, leyes prohibiendo la construcción de casas o acceso a los servicios. En Zakariyya 18 edificios están bajo la amenaza de la demolición. La Ocupación ya ha demolido 4 casas y ha dejado a las familias sin refugio. Pero la gente no se rinde. Los propietarios de las casas demolidas las han reconstruido y la gente está determinada a no abandonar su tierra, incluso al coste de continuar su vida en tiendas. Hajj Ibrahim concluye: “Los sionistas no quieren que construyamos en ningún lado. Hasta está prohibido expandir los cementerios. Todo está amenazado con la demolición. Hace dos días vinieron y demolieron dos pozos. Si alguien tiene dos bloques de cemento y una chapa de zinc y la junta como un refugio, ellos vendrán y lo demolerán. Demolieron mi casa dos veces – la casa donde estamos sentados. A dónde podría ir? Ellos destrozan y nosotros lo volvemos a construir. Y nunca nos iremos…”

Zakariyya quedará completamente aislada del resto de Cisjordania por el Muro del Apartheid. Está atrapado en el lado occidental y no hay planeado ningún portón para permitir el pasaje de la gente del pueblo. En dirección a Beit Surif, a unos 4 o 5, podrá haber un túnel pero no carretera. Mientras tanto, hacia el Oeste y hacia Jerusalén está completamente controlado, y como los residentes en Zakariyya no tienen DI de Jerusalén no se les permite entrar en Jerusalén.

Zakariyya es solo uno de los 14 pueblos en Cisjordania que la Ocupación no reconoce. Ellos quieren la tierra y se niegan a reconocer a la gente que vive en ella y su derecho e existir en su tierra. Aún así, el pueblo está decidido aunque la presión está llegando de todos lados.