Foco en la lucha palestina: Nuevas presiones para ceder derechos
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Foco en la lucha palestina: Nuevas presiones para ceder derechos

Los palestinos en nuestra tierra y la diáspora conmemoramos el 30 de Marzo como el Día de la Tierra. Un día como éste de 1976, seis palestinos fueron asesinados y un centenar heridos por las fuerzas israelíes, en respuesta a una manifestación palestina contra un plan de expropiación masiva de tierras en Galilea. El robo de tierras y la colonización siguen en Galilea, el Néguev y Cisjordania hasta nuestros días.

Más de 30 años después, volveremos a tomar las calles y los campos para enfrentarnos a la Ocupación. Más de veinte protestas y manifestaciones unirán al pueblo en villas y ciudades en toda Cisjordania, en una semana de movilizaciones continuas, mientras que los palestinos al otro lado de la Línea Verde secundarán protestas contra el vigente racismo y colonización de sus tierras. ¿Pero está el mundo dispuesto a escuchar nuestras protestas y ver la realidad sobre el terreno?

En Cisjordania, incluyendo Jerusalén, el Muro del Apartheid israelí, los asentamientos y su red de carreteras están expropiando, de facto, más de la mitad de nuestra tierra, y la mayoría de los recursos hídricos y tierras fértiles. El apartheid israelí está creando algo peor que los bantustanes: áreas residenciales palestinas rodeadas por muros de cemento de 8 metros de alto y cerradas por puertas, puestos de control y terminales.

Nunca antes los crímenes israelíes habían sido tan evidentes y conocidos en todo el mundo. A docenas de resoluciones de la ONU se ha sumado la decisión de la Corte Internacional de Justicia pidiendo el desmantelamiento del muro. A diario se denuncian violaciones de los derechos humanos y la legalidad internacional. Últimamente, un elevado número de oficiales de alto rango y enviados de la ONU, los EEUU y países europeos tienen que hacer cola para concertar citas con el sector de Fatah del nuevo “gobierno” de la Autoridad Nacional Palestina. Ahora ya deben ser, también, bien concientes de nuestra guetoización.

La diplomacia de un mundo bipolar se centra en Palestina, pero ¿con qué propósito? El eje EEUU-Israel, apoyado por Europa, nunca ha estado dispuesto a defender activamente nuestros derechos. Así, un halo de escepticismo rodea la agenda política de Ramallah y su orientación hacia el aumento de nuestros derechos o la justicia en la región.

Más que cualquier preocupación por el pueblo palestino, las elites económicas norteamericanas están vinculadas cada vez más a un discurso de “negociación” ante nuevas realidades. Irak y Afganistán se convirtieron en auténticos cenagales para la “Coalición de la Voluntad”. Además, las crecientes cifras de muertos, gastos y escándalos de corrupción sin fin, mentiras flagrantes y torturas han convencido a más y más países para retirar sus tropas. Los beneficios del petróleo están saliendo del país definitivamente pero, al mismo tiempo, las divisiones interconfensionales espoleadas por EEUU se vuelven contra él en forma de movimientos de resistencia. Las ocupaciones fallidas de EEUU en Irak y Afganistán le han dejado a merced de Irán y Arabia Saudita, los poderes regionales chiíta y sunnita, respectivamente.

Mientras algunos presionan para llevar la locura aún más lejos y atacar Irán, otros buscan soluciones diplomáticas. No son sólo voces regionales las que proponen un movimiento en Palestina como prerrequisito para sacar a EEUU del problema de Oriente Medio; también el casero Informe Baker dice lo mismo. Nuestra tierra y pueblo se han convertido en una carta política de la que se espera la salvación del imperialismo global, ahogándose en el Medio Oriente.

Si EEUU estuviera dispuesto a exigir a Israel que garantice nuestros derechos, no sería necesario este calendario de reuniones tan apretado. Nuestros derechos están reconocidos internacionalmente al detalle; solo falta dar el paso hacia su implementación. La actividad diplomática aspira a encontrar una solución que apacigüe al mundo árabe y a la opinión pública internacional sin exigir nada a Israel. El tema es cómo arrastrar al mundo árabe a la normalización con Israel obviando nuestras reivindicaciones sobre la tierra y el derecho de nuestros refugiados a volver a casa. Como era de esperar, reconocidos expertos en las negociaciones de Oriente Medio aparecen en las conversaciones en tanto que la estrategia neocon muestra signos de fatiga. La política “multilateral” de Baker, que formó una alianza de 34 miembros en la primera Guerra del Golfo, ha reportado claramente más beneficios a EEUU que la actual. Al mismo tiempo, otro experto en la normalización entre Israel y el mundo árabe, Jimmy Carter, se ha unido al debate con su polémico libro sobre Palestina.

La política de EEUU puede oscilar ligeramente, pero los objetivos finales de controlar al mundo árabe y apoyar al programa sionista para que prosiga su opresión racista sobre Palestina están fuera de toda duda. La presión sobre la próxima cumbre árabe ha fracasado claramente en su intento de quitar el Derecho de Retorno de la Propuesta Árabe de Paz. Ahora, los esfuerzos se realizan en concertar encuentros directos entre Israel y los principales países árabes. Se busca un nuevo Camp David, una nueva “paz” entre Israel y el mundo árabe de espaldas a nuestros derechos.

De mientras, el recién constituido gobierno palestino debe ser integrado en estos planes para asegurarse que apoya la fórmula. Las sanciones vigentes contra el pueblo palestino representan el telón de fondo de las presiones internacionales y semejantes esfuerzos.

En esta situación, no son ni los palestinos ni aquellos en el mundo árabe que se esfuerzan por la justicia y la autodeterminación los que necesitan un acuerdo. La actual resistencia en Palestina e Irak es el factor impredecible que puede cambiar las reglas de juego. Llegó la hora de subrayar los principios de nuestra lucha y las líneas maestras de la paz y la justicia: el fin de la ocupación, la igualdad para todo nuestro pueblo en nuestra tierra; el derecho de retorno de los refugiados a sus casas; Jerusalén, hogar de cientos de miles de palestinos y, como capital, su centro cultural y económico. Todas estas reivindicaciones forman parte de nuestro derecho de autodeterminación. Sólo forzando a la diplomacia a que vea y cambie la realidad sobre el terreno, en Palestina, y acepte los pilares de nuestra lucha, los derechos humanos y la legalidad internacional, la justicia estará más cerca.

Las protestas y manifestaciones en toda Palestina con motivo del Día de l Tierra son, por tanto, una reivindicación a nuestros líderes y al conjunto de la región que deben secundar, si no ya liderar, la firmeza y resistencia popular. Unos 97 pueblos en Cisjordania están aislados totalmente y listos para su destrucción o la limpieza étnica, y cerca de 4500 casas se encuentran bajo orden de demolición para permitir la colonización israelí. Granjeros expropiados contemplan áreas industriales creciendo en sus tierras, en un sistema diseñado para explotar y controlar. Seis de cada diez palestinos vive bajo el umbral de la pobreza. Y aún así, las reivindicaciones que encabezan las manifestaciones no piden comida o sobrevivir. Son gritos de dignidad y derechos, del “respeto pleno de nuestros derechos”, los que llenan las calles de gente. Otra Intifada popular se engendra inevitablemente mientras se siguen ignorando nuestros derechos y robando nuestro futuro.