Los últimos días en Palestina han evocado imágenes de la Primer Intifada. Neumáticos ardiendo en las calles, jóvenes envueltos en bufandas palestinas arrojando piedras, y el ejército israelí enfrentándolos con gas lacrimógeno, granadas sónicas y fuego real. Todas las aldeas palestinas están bajo asedio. Los enfrentamientos se expanden como un incendio por Jerusalén y las zonas palestinas a ambos lados de la Línea Verde.
Las causas principales de esta rebelión son las mismas de siempre: el régimen israelí de ocupación, apartheid y colonialismo hace las vidas palestinas inaguantables. Sin embargo, hay diferencias fundamentales entre ahora y antes, y las acciones de la nueva milicia colona israelí determinarán el cuándo, no el sí, de la nueva explosión de la Intifada a escala completa.
La diferencia más visible entre la realidad sobre el terreno en la primera y la segunda Intifadas es el rol prominente de los colonos israelíes en los ataques a los palestinos. La población colona ahora está mejor armada, mejor organizada e ideológicamente se comporta como milicia. Merodean por las aldeas palestinas y atacan a los palestinos en las calles y hasta en sus hogares. Desde quemar vivo de manera horrorosa al joven Muhammad Abu Khdeir el año pasado en Jerusalén hasta el reciente ataque con incendio provocado en el hogar de los Dawabshah en Dima, asesinando a los padres y al bebé, los colonos han efectuado una sarta de ataques terroristas sobre los palestinos. Israel mantiene y apoya esta milicia fanática para que efectúe las partes más sucias de la agresión y represión israelí en Cisjordania.
Castigando a los palestinos en bantustanes
La retórica inicial del Primer Ministro israelí Netanyahu sobre una “guerra total” incluyendo la reocupación de las zonas de mayor residencia de palestinos en Cisjordania, definidas por los Acuerdos de Oslo como Zona A, complació a esta milicia colona y a sus partidos en el gobierno. Sin embargo, como rápidamente señalaron el ejército y las agencias de inteligencia israelíes, un desplazamiento masivo militar dentro de la Zona A no es interesante ni para los colonos ni para el resto de la organización política israelí. Todos ellos tienen un objetivo común: expulsar a cuantos más palestinos sea posible de Jerusalén y del resto de Cisjordania para encerrarlos en los bantustanes amurallados que han creado. Y esto se hace mejor concentrando la presión fuera de esos bantustanes.
De las cuatro brigadas adicionales enviadas a Cisjordania, ninguna está en las grandes ciudades palestinas. Al contrario que en la primer Intifada, cuando el ejército usó extrema violencia y patrullaba constantemente las ciudades palestinas para mantener su control o en la re-invasión israelí de Cisjordania durante la segunda Intifada, con la intención de destruir la infraestructura de la Autoridad Palestina, esta vez la Zona A no es un blanco.
Siguiendo una lógica similar a la de las masacres del pueblo palestino en Gaza, Israel ataca desde la periferia. Los guetos quedan bajo el control palestino mientras Israel hace la vida inaguantable en el 60 por ciento restante de Cisjordania a través de la construcción del muro del apartheid, de las demoliciones de hogares, de la amenaza inmediata de destrucción de 89 comunidades, de la negación al acceso al agua, de los puestos de control, de la confiscación de tierra y de los ataques de los colonos.
La juventud pierde su miedo
Estas políticas impactan en la resistencia palestina. Los palestinos bajo la amenaza inmediata de limpieza étnica están en el primer plano de las protestas. La juventud palestina en Jerusalén continúa su misión de “sacudirse” el opresivo apretón israelí sobre su economía, sus escuelas y sus hogares. Nada los intimida; ni los asesinatos a quemarropa ni la nueva ley de castigar a los lanzadores de piedras con más de 20 años de cárcel.
Si acaso, la cada vez más estricta represión es la razón por la que la juventud palestina de Jerusalén son los que más a menudo efectúan los actuales apuñalamientos. Desde que quemaron a Mohammed Abu Khdeir, la Intifada jerosolomitana ha ido creciendo. En el resto de Cisjordania, han estado yendo y viniendo periódicas olas de protestas en una marea aún creciente. En la semana pasada, siete jóvenes han sido asesinados y casi 800 palestinos han resultado heridos. Los palestinos dentro de la Línea Verde, que se enfrentan al racismo virulento, al apartheid institucional y a las políticas de limpieza étnica, han organizado protestas en sus ciudades y pueblos.
Los palestinos residentes en la Zona A en Cisjordania, con la excepción de los de los campos de refugiados, hasta ahora se han mantenido mayormente lejos de las movilizaciones. Para muchos de ellos, el complete vacío de liderazgo aún pesa demasiado para involucrarse. Ni la Autoridad Nacional Palestina (PNA por sus siglas en inglés) ni los partidos políticos palestinos son capaces de ofrecer directrices estratégicas frente a la negativa israelí al estado palestino. No pueden pronunciarse por las demandas para la auto-determinación palestina incluyendo el derecho al retorno y el fin del apartheid para los ciudadanos palestinos de Israel. Han fracasado en la creación de las estructuras para defender a su pueblo.
Revuelta contra Israel y la AP (PA por sus siglas en inglés)
El actual brote de protestas no va dirigido solamente a Israel. También es una manifestación de la frustración del pueblo que se lleva la peor parte de la agresión israelí en Cisjordania. Sus protestas expresan un deseo generalizado de terminar con una representación ineficaz e inepta.
La AP es consciente de esta rabia. El reciente discurso de Mahmoud Abbas en las Naciones Unidas advirtiendo que las políticas israelíes “amenazan con minar la estructura de la Autoridad Nacional Palestina y hasta su existencia” no fue más que una súplica a Israel y a sus partidarios de no erosionar del todo la habilidad de la AP para ejercer el control en los bantustanes de la Zona A. La actual ola de protestas aún puede servir para subrayar su punto de que la ANP es vital para los planes israelíes de limpieza étnica y para la bantustanización de Cisjordania a corto plazo.
A la larga, el actual intercambio de poderes entre la ocupación israelí y la AP como garantía de estabilidad en los bantustanes de la Zona A no durará. Para que la AP mantenga un mínimo de credibilidad frente a su pueblo, debería intentar un movimiento nacional de liberación para terminar con la cooperación de seguridad con Israel, detener el acuerdo económico con Israel, pedir un pleno boicot, desinversiones y sanciones para aislar el régimen del apartheid colonial israelí y proteger al pueblo. Si la ANP hiciera eso, Israel la aplastaría. Si falla para presentar este programa mínimo, el pueblo palestino se levantará.
Todo el contexto político, social y económico está preparando a la población palestina para ese levantamiento. Los partidarios de la solución de los dos estados han perdido la esperanza de un estado palestino. La situación económica continua deteriorándose rápidamente, hasta en la Zona A. El desempleo se eleva a tasas desesperantes. La gente busca dignidad y un futuro para ellos, buscan libertad e independencia para su nación, y están deseando pagar el precio. La juventud es la protagonista en esta rebelión. Con cada ola de protestas están construyendo nuevas estructuras populares de resistencia.
Queda aún por verse si Israel y la AP son capaces de controlar el surgimiento actual de la rebelión. Hace dos días las agencias de seguridad israelí-palestinas acordaban calmar la situación, Netanyahu y Abbas hicieron declaraciones llamando a terminar con las confrontaciones. Aún hoy, más protestas que nunca explotaron por toda Cisjordania y dentro de la Línea Verde mientras los colonos están una vez más en la calle atacando a los palestinos.
La pregunta real no es si llegará la tercer Intifada sino si será lo suficientemente fuerte para durar. El factor decisivo es el proyecto colonial israelí. Aún en la ausencia de un liderazgo palestino efectivo, si los colonos y su estado continúan atacando al pueblo palestino, veremos más temprano que tarde el surgimiento de una nueva Intifada construida por las organizaciones populares.
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