Un llamamiento urgente a la transparencia y participación

Un llamamiento urgente a la transparencia y participación

A no más de 15 días para la Asamblea General de la ONU sobre Palestina, durante la cual los líderes oficiales palestinos presentarán a la comunidad mundial una iniciativa para la creación del estado palestino, muchos pros y contras están siendo debatidos con calor. Aún así, sin ni siquiera entrar en esos debates, una de las preocupaciones más serias es el proceso fundamentalmente defectuoso que subyace en la oferta a la ONU. Parece ser un doloroso dejá-vu de errores.

A dos semanas de la fecha crucial del 21 de septiembre aún no se conoce ni el texto ni los detalles de la iniciativa propuesta ante la ONU. Como han declarado muchas organizaciones, intelectuales y activistas palestinos, no podremos apoyar ni apoyaremos una iniciativa cuyo contenido desconocemos. El núcleo del asunto es el hecho de que nuestros líderes han promovido esta iniciativa sin un debate abierto sobre ella y ahora quieren que el pueblo palestino la apoye ciegamente. Esto es un indicativo de la profundidad del problema dentro del cuerpo político palestino y pide un llamamiento urgente por transparencia, responsabilidad y participación popular.

Todos los palestinos recuerdan el momento en 1993 cuando los líderes palestinos tomaron a todos por sorpresa presentándoles los Acuerdos de Oslo plenamente negociados. Después de décadas de lucha, sacrificio y sufrimiento de un pueblo en su totalidad había confianza en sus líderes. Les creímos cuando nos aseguraron que los Acuerdos de Oslo eran un paso hacia el logro de nuestros derechos. Nadie estaba informado de verdad sobre los Acuerdos de París, el acuerdo económico que completaba los Acuerdos de Oslo y que más adelante estranguló la vida palestina.

En los 20 años siguientes, la misma gente que negoció Oslo continuó las negociaciones en encuentros reservados y sin ninguna publicidad y en conjunto acordaron términos de referencia. Como revelaron últimamente los Papeles Palestinos publicados por al-Jazeera, la cantidad de rumores que corrían sobre esas negociaciones infinitas celebradas a puertas cerradas eran reales: demasiadas veces nuestros negociadores han negociado nuestros derechos ellos mismos, en lugar de negociar las maneras de obtenerlos.

Hoy, el “proceso de paz” y las negociaciones asociadas a él están consideradas casi unánimemente como un fallo, un instrumento en las manos de Israel para continuar la colonización de nuestra tierra, el robo de nuestros recursos y el desplazamiento de nuestro pueblo. Por encima de eso, el proceso de Oslo fue un espejo deformante que describía la ocupación y el apartheid como paz y entendimiento. Sin embargo, la misma gente responsable de las dos décadas del fallido proceso de “paz” nos pide una vez más que nos fiemos de otra iniciativa, los riesgos y el contenido de la cual aún son desconocidos para el público.

Casi parece como si los líderes oficiales palestinos no quieran reconocer la inmensa brecha que los separa del pueblo; como si quisieran que olvidáramos que las elecciones para la Autoridad Nacional Palestina (PNA por sus siglas en inglés) y a la Junta Legislativa Palestina no dieron responsabilidad y legitimación por la interferencia de Occidente, que las estructuras de la Organización para la Liberación Palestina (PLO por sus siglas en inglés) han estado tocándose las narices desde principio de los noventa, y que su representatividad ha sido erosionada. Todo ese tiempo, los partidos de izquierda palestinos parecen atrapados en la misma posición de indecisión de 1993, incapaces de proponer una alternativa o por lo menos ofrecer una intervención significativa en este tema. Afortunadamente, la sociedad palestina como tal ha aprendido dos lecciones de las dos décadas pasadas: primero, donde el destino de todo un pueblo está en juego, es el pueblo el que debe tener la palabra; y segundo, no creer en procesos sin objetivos ni plazos.

Como era de esperar, una de las demandas básicas del movimiento de la juventud palestina que ha surgido en la ola de la Primavera Árabe es el llamado a las elecciones inmediatas y directas para la Junta Nacional de la OLP (PLO por sus siglas en inglés) para permitir la participación popular en los procesos políticos. A pesar de todo está creciendo una nueva generación de palestinos para recuperar la lucha desde donde la hemos llevado y unirse a la resistencia popular. Sin embargo, una vez más los líderes palestinos muestran la misma actitud de arrogancia frente a su pueblo. La ANP (PNA por sus siglas en ingles) en lugar de apoyar a su pueblo en la lucha busca continuamente limitar y controlar la movilización popular en las zonas bajo su control administrativo. Los enfrentamientos con la ocupación son minimizados en un intento de transformar la resistencia popular en una manifestación de apoyo por esta o aquella iniciativa. Como resultado, hoy la verdadera resistencia popular está creciendo solamente en las zonas C, donde la ANP no ejerce ninguna presencia política.

Aunque hay ciertamente un amplio consenso dentro del pueblo palestino de que un cambio de estrategia fuera de las negociaciones sería un paso atrás, hay también una necesidad urgente de que lo próximo sea un debate colectivo, democrático y, abierto. Repensar y hacer una nueva estrategia en la lucha palestina es también necesario y no puede ser dejado en las manos de unos pocos. Los líderes palestinos no deben perder la noción de servir a su pueblo y no esperar a cambio que el pueblo les sirva a ellos.

La propuesta llevada a la ONU podría potencialmente – dependiendo del aún opaco contenido de la propuesta – ser un cambio impresionante en la lucha nacional por la liberación hacia una disputa entre un estado de hecho o virtual, un cambio que podría comprometer los procesos de las reclamaciones referentes a los derechos de los refugiados palestinos y cambiar las estructuras de la representación oficial. Otros argumentan en cambio que la iniciativa de la ONU no tocará ninguno de esos y solo traerá a los palestinos más oportunidades para hacer a Israel responsable en los foros internacionales. Esto plantea la pregunta de por qué la OLP no ha usado ya los instrumentos que tiene a mano. ¿Por qué en siete años nunca hubo un intento de activar la decisión sobre las consecuencias legales del Muro dictadas por el Tribunal Penal Internacional el 9 de julio del 2004? ¿Por qué La OLP apoya activamente a Turquía en su intención de llevar el asedio de Gaza ante el mismo tribunal internacional? ¿Por qué no se usa el informe Goldstone para hacer a Israel responsable por sus crímenes de guerra?

En conclusión, la actual iniciativa de la ONU marca el punto máximo de una crisis dentro de las estructuras políticas de representación y requiere urgentemente respuestas a corto y largo plazo. A corto plazo, necesitamos claridad inmediata sobre el contenido exacto de la iniciativa de la ONU y un foro de debate abierto y completo donde las preocupaciones populares y las de los expertos sean tomadas en serio e integradas en la propuesta; un foro que incluya a los palestinos y sus expresiones políticas y sociales por toda nuestra patria y de la diáspora. A medio y largo plazo, elecciones directas para la Junta Nacional de la OLP y es esencial un cambio total general en la actitud actual de nuestros líderes hacia un mayor respeto, confianza y apoyo por la lucha del pueblo. Solo de esta manera construiremos nuevos procesos que hagan posible un verdadero consenso en una estrategia nacional palestina post-Oslo.

En las próximas dos semanas nuestros líderes deberán mostrar una buena disposición por un proceso verdaderamente transparente, responsable y participativo, entonces no solo se aprovechará de eso la iniciativa de la ONU, sino que este enfoque abriría el camino a una reestructuración del cuerpo político palestino, que cierre la brecha entre los líderes y el pueblo, y establezca las bases para un replanteamiento efectivo de la estrategia nacional palestina.

Hasta entonces: no compraremos nada dentro de una bolsa cerrada.